lunes, 27 de abril de 2015

Autoestima, la mejor salud

En los últimos años el concepto de autoestima ha sido sometido a un abordaje múltiple por varias disciplinas. La autoestima no señala un núcleo estable. Está sujeta a un constante proceso de cambio y transformación.
La autoestima desempeña la función de termostato emocional modulando el impacto de las emociones negativas, evitando que se extiendan al resto de la vida. Se manifiesta a través de las emociones, de los pensamientos y la acción: influye en nuestras relaciones sociales y proyectos. Nadie carece de ideas acerca de sí mismo y de su valor. Y estas ideas influyen en nuestras acciones y sentimientos. Se nutre también de los signos de reconocimiento social: así como por nuestros logros y acciones consideradas exitosas. También de nuestros vínculos y proyectos. La autoestima facilita la acción: la acción alienta, modela y construye la autoestima.

La autoestima actúa como el sistema inmunológico del psiquismo, proporcionándonos resistencia, fortaleza y capacidad de recuperación. Una baja autoestima nos torna vulnerables ante los problemas de la vida. Si no creemos en nosotros mismos, en nuestra eficacia, ni en nuestra capacidad de ser amados, el mundo es un lugar aterrador.

La autoestima es una experiencia íntima: es lo que pienso y lo que siento sobre mí mismo, no lo que piensa o siente alguna otra persona acerca de mí. Mi familia, mi pareja y mis amigos pueden amarme, y aun así puede que yo no me ame. Mis compañeros de trabajo pueden admirarme y aun así yo me veo como alguien insignificante. Puedo proyectar una imagen de seguridad y aplomo que “engañe” a todo el mundo y aun así temblar por mis sentimientos de insuficiencia. Puedo satisfacer las expectativas de otros y aun así fracasar en mi propia vida. Puedo ganar todos los honores y aun así sentir que no he conseguido nada. Millones de personas pueden admirarme y aun así me levanto cada mañana con un doloroso sentimiento de fraude y un vacío interno. Pensemos en los “ricos y famosos” que no pueden pasar un día sin drogas.

Conseguir el éxito sin lograr primero una autoestima equilibrada es condenarse a sentirse como un impostor y a sufrir esperando que la verdad salga a la luz. De dos modos se obtiene el reconocimiento: por conformidad (ser como los demás) o por distinción (ser distinto y hacer que los demás valoren esa diferencia). Ser como los demás representa una garantía de aceptación social. Buscar el reconocimiento por distinción es más frecuente en adolescentes, porque les sirve para afirmarse en su autoestima e identidad. Hay adultos que también tienen un reconocimiento por distinción. Quizá porque siguen conservando la frescura juvenil.
La admiración de los demás no crea nuestra autoestima, ni tampoco la erudición, o la maternidad, ni las posesiones materiales, las conquistas sexuales o la cirugía estética. A veces, estas cosas pueden ayudarnos a sentirnos mejor con nosotros mismos o a sentirnos más cómodos en situaciones concretas. Pero la comodidad no es autoestima. La “zona de confort” genera solo estabilidad.

Sin embargo, esa mirada-juicio sobre uno mismo es vital. Cuando es positiva, permite actuar con aplomo, sentirse a gusto consigo mismo, enfrentar dificultades. Cuando es negativa, engendra sufrimientos que afectan la vida cotidiana. Nos dejamos llevar más por el deseo de ahorrarnos dolor que por el de buscar alegría.
¿Quién soy? ¿Cuáles son mis cualidades? ¿Cuáles mis talones de Aquiles? ¿De qué soy capaz? ¿Cuáles son mis éxitos y mis fracasos, mis habilidades y mis limitaciones? ¿Cuánto valgo para mí y para la gente que me importa? ¿Merezco el afecto, el amor y respeto de los demás o siento que no puedo ser querido, valorado y amado? ¿Siento una brecha enorme entre lo que quisiera ser y lo que creo que soy? ¿Qué puedo hacer por mi mismo? ¿Estoy tomando demasiado (y no porque me lo digan los demás, yo mismo me lo digo)? O tomo menos o trato de que no me importe. ¿Lucho o me dejo estar?
Los componentes de la autoestima
La autoestima contiene múltiples facetas. Es posible tener una buena autoestima en el terreno intelectual que contrasta con una frágil en lo afectivo. Puede ser variable en distintas actividades y prácticas: laboral, afectivo, intelectual, corporal, sexual. El niño interioriza las imágenes y las propuestas que los otros tienen de él. Y  puede elaborarlas para construir a ese adulto que será. Pero una persona no es una unidad sino una multiplicidad. Todos sus diversos aspectos: el profesional, el familiar, el amoroso, el social son relativamente autónomos los unos respecto de los otros.

Es probable que un éxito o un fracaso en un sector tengan consecuencias en los otros. Un desengaño amoroso acarreará una vivencia de pérdida de valor personal. A la inversa, un éxito en un campo determinado puede beneficiar la autoestima. Es difícil que ciertas heridas narcisistas no irradien sobre otros sectores. Por suerte, también irradian los logros.

Los componentes de la autoestima son interdependientes . Puede alguien tener dificultades en el amor por sí mismo: aún habiendo logrado una aceptable trayectoria personal  ante un fracaso sentimental se le impondrán dudas insoportables. También puede suceder que padezca de falta de confianza porque los padres lo han sobreprotegido evitándole la confrontación con la realidad por lo cual, pese al afecto recibido, tendrá dudas torturantes ante sus logros.

La autoestima no puede ser abordada sino desde el paradigma de la complejidad. Puede haber un desequilibrio neuroquímico pero lo que siempre habrá será la acción conjunta, y difícilmente deslindable, de la herencia, la situación personal, la historia, los conflictos neuróticos y humanos, las condiciones histórico-sociales y las vivencias .

Abordaré la autoestima siguiendo tanto la sugerencia de S. Freud (1901) quien dijo: “Una manera de escribir clara e inequívoca nos avisa que el autor está acorde consigo mismo;  y donde hallamos una expresión forzada y retorcida, que, según la acertada frase, hace guiños en varios sentidos, podemos discernir la presencia de un pensamiento no bien tramitado”. Por su parte Pierre Bourdieu advirtió sobre la tendencia de los intelectuales al “esteticismo filosófico” y también alertó sobre otra tentación: la “esloganización” típica de los opinólogos que se quieren hacer pasar por sabios.
El intelectual crítico está en las antípodas de ambas actitudes. Es un explorador con varios desafíos: encontrar la verdad, hacer una traducción que vuelva sensibles las cuestiones abstractas, destruir la falsedad y hallar los instrumentos que le den fuerza a esa verdad. Todo ello soslayando el academicismo. El academicismo es la sumisión exagerada a las reglas de la escuela o de la tradición, en detrimento de la libertad, la originalidad, y la audacia. Es el gusto inmoderado por el estilo culto o universitario: una forma de dirigirse a los de la propia parroquia antes que al lector interesado en el tema propuesto.
Nuestra autoestima depende de múltiples espejos aunque también existe un espejo interior pero no es “objetivo” y está enturbiado por la mirada de los demás. ¿Estoy trabajando bien? ¿Mis hijos me quieren? ¿No tengo entusiasmo para nada? ¿Soy íntegro en mi vida? ¿Descuidé a mis personas queridas? ¿Aporto algo a la comunidad? ¿Mi vida es acorde a mi ética?

La autoestima es sentirnos competentes para enfrentarnos a los desafíos y creernos merecedores de recompensa. Contiene varios aspectos: confianza en nuestra capacidad de pensar, aprender, elegir y tomar decisiones adecuadas y convicción en nuestro derecho a ser reconocidos por los demás y por nosotros mismos.
Todas las personas, aun las menos dadas a la introspección y a observar a los demás, tiene una somera idea de lo que es la autoestima. Veamos si podemos aclararla desde distintos puntos de vista. En la autoestima participan no sólo sentimientos, sino también pensamientos y actitudes. Existe un elemento afectivo, una valoración positiva o negativa según ciertos ideales. Por autoestima entendemos esa autoevaluación que expresa aprobación/desaprobación.
¿Como definir los diversos componentes de la autoestima? Ellos son:
1- “Creer en las capacidades para actuar con eficacia en el logro de las metas”
2- “Estar satisfecho con la forma de actuar” .
3- “Tomar decisiones y perseverar en ellas”.
4- “Tener una mirada benevolente hacia uno mismo”.
5- “Lograr una imagen aceptable de sí mismo”.
6- “Evaluar logros y relaciones afectivas en función de los proyectos personales”.